A Luciana Sofía
Por: Mauricio Rincón Andrade
Verdiana se levantó temprano para ir a su
trabajo mientras Mateo hacía lo mismo, igual que Nazaret, Andrea, Sebastián,
Andrés, Santiago, Julia, Carolina, Amy y Thomas. Mateo ama a Andrea, quien
aconseja a Nazaret, su mejor amiga, que se case con Sebastián, pero ella se dio
cuenta que no lo ama, sino que está empezando a sentir algo muy fuerte por
Andrés, con quien finalmente se casará. Mateo no se atreverá a confesarle su
amor a Andrea, hasta que ella le comunique que viajará a París a estudiar arte.
En el preciso momento en que Mateo trata de articular un “te amo” y todo lo demás
con lo que solemos adornar la expresión, Santiago, el mejor amigo de Mateo, le
escribe versos de amor desesperados a Julia, quien, en ese preciso momento
también, le está haciendo el amor a Carolina, su novia, que nunca ha querido
presentar como tal a sus amigos y a quien conoció en el metro mientras leía a
Tolstoi, un autor que le fascina y del cual Santiago no ha leído ni una página,
porque en realidad no le gusta leer, sino pintar y recoger perros callejeros
para curarlos y buscarles un hogar, junto con Amy, su amiga de toda la vida.
Amy está enamorada de Santiago, pero no se ha atrevido a decírselo, pensando
que él, tarde o temprano, se dará cuenta, sin embargo, después de casi dos años
está perdiendo la fe que tal cosa suceda y ha llegado a pensar, que no ha
sucedido, porque ella no es tan bella como Julia. Se equivoca, Amy, porque en
realidad no tiene nada que envidiarle a Julia ni a las otras amigas de
Santiago, incluso Carolina, el día que la conoció, quedó tan prendada de ella,
que esa noche, mientras le practicaba sexo oral a su novia, se imaginaba que en
realidad estaba en la vagina de Amy. Thomas acaba de terminar las Laudes y se
dirige al refectorio del seminario a desayunar, luego, tendrá que salir muy
rápido hacia la universidad donde estudia Teología; Thomas no lo sabe, pero en
pocos días conocerá a Verdiana, alguien que le cambiará la vida. Es un buen
tipo, Thomas, y nada feo en realidad, pero desde hace un tiempo su existencia
le está empezando a hartar y aquella semilla de vacuidad, junto con el profundo
impacto que tendrá la figura de Verdiana en su vida, le hará abandonar, de
forma definitiva, lo que hasta ahora creía de verdad. Andrea, quedó conmovida
por la confesión de Mateo, pero a pesar de eso, le dijo, de forma sucinta y
clara, que nada le haría cambiar su decisión de viajar a París. Mientras Mateo
piensa que definitivamente ha perdido a Andrea, Santiago se dirige al
apartamento de Julia a hacer lo mismo que su amigo, es decir, desnudar su
corazón, mejor que no llegó, porque hubiera interrumpido un buen sexo y además,
se habría enterado que Julia es lesbiana; no llegó, Santiago, porque, mientras
conducía, se topó con un perro callejero que recién habían atropellado y quien
luchaba por aferrarse a la vida. Verdiana llega temprano a su trabajo, mientras
toma un café saluda a Felipe y a Juan, dos de sus compañeros y con los cuales,
suele almorzar. Felipe está casado con Almudena, tiene dos hijos, Luciana Sofía
y Esteban, y no hay nada que disfrute más que pasar el mayor tiempo posible con
ellos; a diferencia de él, Juan, es soltero, pero tiene una hermosa novia que
se llama Ana María, que se lleva muy bien con Verdiana. Ana María es una gran
deportista, e incluso, a invitado varias veces a Verdiana para que se una a su
equipo de fútbol, pero a ella, en realidad, nunca le ha llamado la atención
correr en pantaloneta tras un balón, finalmente lo hará y esto cambiará su vida
para siempre. Felipe suele invitar a Juan, Ana María y Verdiana a su casa,
Almudena es una gran cocinera. Después de la comida y del postre, que
normalmente lo lleva Verdiana, se reúnen todos a jugar, monopolio casi siempre,
Felipe siempre termina quebrado y Almudena adinerada. Finalizada la velada,
Juan lleva a Verdiana a su casa y luego se va a su apartamento con su novia a
una noche de sexo apasionado, Verdiana se pone a tejer, algo que le enseñó a
hacer su abuela y que no sabe por qué razón la relaja tanto. En el instante en
que Verdiana empieza una cadeneta, Thomas, encerrado en su habitación del
seminario, empieza a leer un libro de escatología, lee unos cuantos párrafos,
pero cierra el texto sin comprender nada, se mete en las cobijas, se masturba y
se duerme sin saber que al día siguiente su vida cambiará, gracias a un
encuentro que tendrá. Ana María se levanta temprano para su entrenamiento de
fútbol, lleva dos años en el equipo y lo disfruta mucho, no solo porque ha
mejorado con las prácticas, sino, porque, además, ha hecho buenas amigas. Luisa
Fernanda es con la que mejor se lleva. Ambas ingresaron al mismo tiempo al
equipo, pero Ana María ha evolucionado más, sin embargo, Luisa Fernanda es la
que más ganas le pone a los partidos y no protesta cuando la cambian,
normalmente la acompaña su novio, que tiene un nombre distinto cada mes:
Antonio, Raúl, Eduardo, Román y otra lista interminable que Juliana, la más
joven de equipo, sabe recitar. Pero, sin lugar a dudas, el novio que más
recuerdan todas es a Marcial, porque varias de ellas lo vieron haciéndole el
amor a Luisa Fernanda en la silla trasera del auto de su novia. Ese día, Ana
María, se excitó tanto, que tuvo que llamar a Juan para que la fuera recoger y
la llevará lo más rápido que pudiera a un motel. Mientras todas esperan al
entrenador, Juliana les cuenta que hace unas semanas tiene novio y el próximo
entrenamiento se los presentará; Ana María les comunica que una de las
compañeras de trabajo de Juan ingresará al equipo, mientras están hablando
llega el entrenador; hola, niñas, ¿cómo están?, Luisa Fernanda, como siempre,
se abalanza hacia él, lo saluda con un sonoro beso en la mejilla, le pasa la
mano por el trasero y le pregunta al oído, ¿cuándo diablos vas a abandonar ese
horrible seminario en que vives y vas a conocer mujer?, ¡si tú quieres, yo me
puedo ofrecer!, Thomas sonríe y las manda a que troten por lo menos veinte
minutos, en ese momento, llega Verdiana y la vida de Thomas no volverá a ser
igual.